sábado, 4 de octubre de 2008

"Fumar"

Ítalo Svevo - La conciencia de Zeno - Fragmento del capítulo III

Ahora que me encuentro aquí, analizándome, me asalta una duda: tal vez amé tanto el cigarrillo para poder echarle la culpa de mi incapacidad. Si dejaba de fumar, ¿me habría convertido en el hombre ideal y fuerte que soñaba ser? Quizás haya sido esa duda la que me ligó al vicio, porque es un cómodo modo de vivir el de creerse grande, con una grandeza latente. Planteo dicha hipótesis para explicar mi debilidad juvenil, pero sin una decidida convicción. Ahora que soy viejo y nadie me exige nada, continúo moviéndome entre el cigarrillo y el propósito, del propósito al cigarrillo. ¿Qué significan hoy esos propósitos?
(...) Me parece que el cigarrillo tiene un gusto más intenso cuando es el último. Los otros también tienen un gusto especial, pero menos intenso. El último toma su sabor del sentimiento de la victoria sobre uno mismo y de la esperanza de un cercano futuro de vigor y salud. Los otros también tienen su importancia, porque al encenderlos se consolida la propia libertad y el futuro de vigor y salud sigue estando, pero un poco más lejano.
Las fechas en las paredes de mi habitación estaban escritas con los más variados colores e incluso al óleo. El propósito, que renovaba con la fe más ingenua, encontraba adecuada expresión en la fuerza del color, que debía hacer palidecer el empleada para el propósito anterior. Prefería ciertas fechas por la concordancia de sus cifras. Del siglo pasado recuerdo una fecha que me parecía sellar para siempre el ataúd donde quería poner mi vicio: "Noveno día del noveno mes de 1899". Significativa, ¿no es cierto? El nuevo siglo me deparó fechas igualmente musicales: "Primer día del primer mes de 1901". Todavía hoy me parece que si esa fecha pudiera repetirse, sabría comenzar una nueva vida.
Pero en el calendario no faltan las fechas y con un poco de imaginación cada una de ellas podría servir para un buen propósito. Recuerdo, porque me parecía contener un imperativo supremamente categórico, la siguiente: "Tercer día del sexto mes de 1912, hora 24". Suena como si cada una de las cifras duplicara la apuesta.
El año 1913 me procuró un instante de vacilación. Sólo faltaba el decimotercer mes para hacerlo coincidir con el año. Pero no se crea que deben suceder tantas coincidencias en una fecha para dar relieve a un último cigarrillo. Muchas fechas que encuentro anotadas en libros o en cuadros preferidos resaltan por su deformidad. Por ejemplo, el tercer día del segundo mes de 1905, hora seis. Si se piensa bien tiene su ritmo, porque toda simple cifra niega la anterior. Muchos acontecimientos, en especial desde la muerte de Pío IX hasta el nacimiento de mi hijo, me parecieron dignos de ser festejados con el mismo, férreo propósito. En la familia todos se asombran de mi memoria para nuestros aniversarios, los felices y los tristes, y me creen ¡tan bueno!

1 comentario:

Vera Fog dijo...

"El último toma su sabor del sentimiento de la victoria sobre uno mismo y de la esperanza de un cercano futuro de vigor y salud".

Esa frase -de ahora en más mi frase de cabecera- expresa casi una filosofía de vida: en primer lugar, indica cómo el acto de dejar de fumar (lo que presupone ser fumadora)es un modo de superarse a una misma y, al mismo tiempo, demuestra que es fuente de salud y un bienestar promisorio.
Es que dejar de fumar es sano. Por eso es que dejo todas las veces que puedo.


Bueno, fuera de eso, tengo que decir que este Hermenegildo se las trae. Y que me cae bien. Habrá que seguir conociéndolo..


Besos muy grandes,

Ju