Nací como un cuento, en la imaginación de unos cuantos púberes acelerados por jugarle una broma a una enamorada empalagosa y viscosa. Me materialicé alienizado, entre líneas de teléfono y risas implacables. Me refugié en la memoria de una amiga fiel. Arrinconado junto a Eustaquio, unos años mayor que yo. Ambos cuidamos el uno del otro por mucho tiempo. Esta amiga no nos proporcionaba mucha atención. Sin embargo, Eustaquio, más grandecito y acostumbrado a escribir, me enseñó a hacerlo, me dio paso a estas páginas y escapé librándome a la suerte. Antes andaba cual Jojondo por los techos de las casas. Hoy me interno en la cybernética como una salida temporal. Ya veré qué me depara este sitio lleno de cables y configuraciones que aún no entiendo. Pero al menos está menos oscuro que en aquella cabeza, o así lo espero...
La manzana de la tentación que engendró a Hermenegildo
Preferiste soltar un montón de burbujas por los poros
a frustrarte en el primer intento de conquistar la cuerda.
Volvés sin que te llame, te vas sin que te eche,
estás en mi inconciente y venís desde los otros
que están pero no los veo porque sos vos oculto entre ellos.
Pisoteamos las otras figuras, esquizos,
rescatamos tu vida, perdiendo la mía.
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